Son cámaras cuyos orígenes se remontan a los años 60 con la aparición de la Diana como el ejemplo clásico: hecha de plástico, barata (¡se vendía por poco menos de un dolar!) y de sencilla operación. Tampoco debemos olvidar una singular cualidad de todas ellas, los problemillas técnicos, de los que también participa la Diana. Problemas que muchos catalogan como la base de su éxito y que se repiten con bastante frecuencia en casi todas las “toy”. Filtraciones de luz, aberraciones cromáticas (gracias a su lente de plástico), viñetado, pobre nitidez, en fin, situaciones que de no ser por las circunstancias que rodean esta “locura creativa”, jamás, pero jamás, querríamos tener en nuestras fotos.
Basta con reconocer a los soviéticos y más tarde a los chinos como los principales productores de las más famosas “toy cameras”, sin dejar fuera a los dos jóvenes vieneses que se inventaron eso que se llama la LOMOGRAFIA y su reconocida Sociedad Lomográfica. Una historia que nunca termina y de la cual ya les estaré hablando un día de estos. Por el momento cuando alguien les hable de una cámara de juguete o “toy camera” no se van a quedar imaginando de qué rayos se trata, si no por el contrario, le van a preguntar: ¿De cuál hablas, acaso de la Holga o de la Diana?
Una muestra de ello lo podemos encontrar en el Slaughterhouse (Calle Denia Nº-22, Ruzafa-Valencia). por medio de las fotografías de José Manuel Madrona.
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¡¡y tus fotos de juguete??