Filosofando con Steve Jobs.

Sé tu mismo, no hay mayor expresión de libertad que ese. Ser uno mismo, o llega a ser lo que eres. No me cabe duda de que es la clave para una existencia rica en proteínas. El discurso de Steve Jobs, que tanto circula tras su reciente muerte es una apología de lo que los grandes pensadores supieron ver. No es nada nuevo, pero quizás siendo el fundador de Apple, su capacidad mediática es una buena oportunidad para inculcar un poco de filosofía en la era de la reproducción digital. Y es que hoy en día, o quizás siempre, tan elevada tarea resultó compleja. ¿Y cómo es nuestro tiempo?

Mi tiempo es un tiempo acelerado. Con frecuencia me doy cuenta de lo volátil y lo efímero de mis proyectos, mis ilusiones y mis deseos. Ansío seguridad y estabilidad, cuando todos sabemos que eso es una falacia de la vida. Vivimos una época donde aparentemente todo está relacionado, donde toda forma de vida es reproducida y estereotipada, perdiendo con facilidad todo ápice de originalidad. Es un tiempo que corre como el demonio, donde lo que ayer era nuevo, hoy ya ha envejecido. ¿Puedo ser yo mismo en un tiempo así?

Esto complica la tarea, los mecanismos publicitarios, las grandes estrellas, los medios en general, nos aturden y convencen para encontrar unos modelos de felicidad basados en el consumo, el éxito reconocido, y el culto a una belleza mutilada, pues la belleza es mucho más que el Cosmopolitan. Es por eso que encontrar naturalidad y originalidad es algo bastante esquivo, escaso como un oasis en el desierto. Sé que no es fácil, todos tenemos demasiado ruido mental en la cabeza, demasiados adjetivos, demasiadas circunstancias, laberintos mentales que nos hacen oscilar constantemente. Quizás por los motivos que antes enunciaba, quizás por otros que ignoro, pero la verdad es que hoy en día hay poco margen de maniobra para ser uno mismo.

Quizás sea la mirada del prójimo, que inconscientemente flota sobre nuestras cabezas, quizás falte educación sentimental frente al aparato mediático, quizás sea la amnesia que nos inculcan los mass media, no lo sé, y en definitiva tampoco debería importarnos demasiado, porque lo que aquí está en juego es algo que supera todo eso, que es en cada caso, tu vida.

Una vida que nunca se dijo fácil, una vida donde la muerte juega con su presa antes de devorarla, pero al fin y al cabo, una vida que mientras estés aquí te pertenece. Pero volviendo al principio, una vida sólo te pertenece cuando en cualquier caso la haces tuya. ¿Quién puede vivirte? ¿quién puede suplir tu tiempo y tu existencia?… «Deja ser al ser» decía Heidegger, «conócete a ti mismo» rezaba el oráculo de Delfos, «llega a ser el que eres» profesaba Nietzsche, «cada uno es lo que es su amor» decía Agustín de Hipona… No hay entonces mejor receta, mayor consuelo, que ser lo que somos, quitarse el caparazón de la tortuga de las apariencias, y luchar cada día, cada instante, por lo que somos… No existe gracia, mayor virtud, mayor tesoro, que el viaje de ser uno mismo.

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