Existen casi tantas formas de preparar el té como culturas que lo consumen. En Japón, prepararlo correctamente puede llevar varios años de práctica. Su elaboración se envuelve de una ceremonia en la que es casi tan importante la manera de hacerlo como el entorno, la decoración, la vestimenta o la actitud y las formas de los participantes. Se consume en cuencos y se elabora oxigenándolo con un batidor de bambú.
El mundo árabe tuvo un contacto tardío con esta infusión. Los ingleses la introdujeron en Marruecos en el siglo XIX y hoy en día está íntimamente ligada a su cultura. Se prepara con azucar y hierbabuena, oxigenando el té varias veces haciéndolo pasar de un vaso a otro. La costumbre es tomar tres tazas: “La primera amarga como la vida, la segunda dulce como el amor y la tercera suave como la muerte”.
En las culturas occidentales, sin duda el paradigma de pasión por el té lo encontramos en el Reino Unido. La hora predilecta para su consumo son las cinco de la tarde, momento en el cual puede pararse el mundo para disfrutar de una taza de té manchada con un poquito de leche.
Un té para cada corazón:
Té Blanco: Es posiblemente uno de los tipos de té más apreciados por los expertos. Se recogen las hojas jóvenes y se dejan secar al sol durante poco tiempo. Sufre muy poco procesado, y tiene muy poca oxidación y fermentación, lo que le confiere una baja cantidad de cafeína. Es la variedad con más poder antioxidante.
Té Verde: Es la variedad más consumida en todo el mundo. Tras recolectarse, las hojas frescas son torrefactadas, prensadas, enrolladas y trituradas. Después se someten a un proceso de secado. Según la medicina tradicional China, tiene efectos positivos en los 5 órganos vitales, sobre todo en el corazón.
Té Negro: Es el más oxidado. Se consigue tras una clasificación después de tres fermentados. Su aroma es el más potente y puede almacenarse durante años manteniendo su sabor prácticamente intacto. Es uno de los tés con mayor carga de cafeína (la mitad que el café). Es bueno como diurético y como remedio a la bronquitis.
Té Rojo: También se le conoce como ‘Pu-Her’. Es una variedad de té negro con un proceso de fermentación mucho más prolongado (de dos a 60 años en barrica de roble). Su contenido en cafeína es muy bajo debido a la larga fermentación. En la medicina tradicional se utiliza como regulador del colesterol y para reforzar el sistema inmunológico.
Té Azul: Más conocido como ‘Oolong’. Aunque se trata de un té verde, es sometido a un proceso de semi-fermentación, su sabor está a caballo entre el verde y el negro. Posee un sabor que recuerda al aroma de las flores. Es una de las variedades que ha adquirido más notoriedad últimamente por su excelente poder para quemar grasa.
Preparado: El agua debe estar caliente, pero siempre un poco por debajo del punto de ebullición (entre 70 y 85 grados). Se trata de extraer la esencia de la planta, y para ello no harán falta más de tres o cuatro minutos de infusión. Después, lo mejor es extraer el té de la tetera, porque corremos el riesgo de que coja un gusto amargo.
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